domingo, febrero 13, 2005

Un recuerdo para un buen actor

Me gustaría compartir con vosotros mi pena por el fallecimiento, el pasado 16 de enero, del actor Agustín González. Creo que la primera vez que empecé a conocer sus trabajos fue con su papel de comisario en la serie de Antena 3, "Los ladrones van a la oficina" (por cierto, ¿os acordáis de ella? Ha llovido tiempo desde entonces), del que me llamaba la atención el genio tan fuerte que tenía. La última vez que lo vi, no fue en la pequeña o gran pantalla, sino en el escenario de un teatro. Fue el domingo 16 de mayo del año pasado, en el Teatro Isabel la Católica de Granada, donde participaba en la obra "Trampa para un hombre solo", interpretando también el personaje de un comisario de policía, con su característico nerviosismo. Pero, ¿cómo olvidar sus papel de cura chapado a la antigua en "La escopeta nacional" y "Patrimonio nacional", de Luis García Berlanga; o el tan emotivo de un padre de familia en el Madrid sitiado durante la Guerra Civil española en "Las bicicletas son para el verano", de Jaime Chávarri? ¿O ese personaje ambicioso y sin escrúpulos que aparecía en "El abuelo", de José Luis Garci? Bien es cierto que también actuó en películas no tan brillantes. Pero creo que siempre le recordaré por ese porte, ese aire señorial y su impronta particular que dejaba en los papeles que desempeñaba. Es cierto que el cine español puede no ser de los mejores pero, como el francés, tiene su peculiar idiosincrasia (de acuerdo, podrá abusar y recurrir muchas veces a escenas de sexo o eróticas). Y, como dice nuestro querido don Antonio Navas, S.I., ahora no es que no se haga buen cine, sino que éste no abunda como antes, lo que no significa que no exista. Y, en mi humilde opinión, creo que Agustín González era una de nuestras mejores bazas (salvando, como ya he dicho, sus trabajos más "flojitos").

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