domingo, febrero 13, 2005
Un recuerdo para Javier Tusell
Se diría que he retomado con energías el blog, tendiendo a escribir obituarios o reseñas por figuras fallecidas. En parte es cierto, porque en el mes y medio en el que he estado privado de inspiración o ganas para escribir hemos sufrido la pérdida de un gran actor (Agustín González) y de un historiador contemporaneista de reconocida fama (Javier Tusell). Javier Tusell nos dejó el pasado martes 8 de febrero, tras una larga enfermedad que, sin embargo, le había concedido un plazo prudente para disfrutar lo que le quedaba de vida, pues había salido de un coma hace algunos años. Parafraseando a mi buen amigo Álvaro, flamante estudiante de Psicología en la Universidad de Jaén, este hombre recordaría a "la llama de una vela, que cuando va a apagarse, tiene un repunte, ofreciéndonos todo lo que le resta de sí, en un postrero esfuerzo, para acabar extinguíendose". Bien, reconozco que no he leído demasiado Javier Tusell. Os parecerá raro que tenga un recuerdo para alguien que prácticamente no conocía. Sin embargo, en la carrera de Historia ya hemos tenido algunas tomas de contacto con su figura y su producción bibliográfica, aunque fuera de pasada. Me consta que quizá tenía tal afán por publicar que, en ocasiones, llegaba a hacer obras sin la suficiente "maduración" que requerirían. Pero se hace necesario reconocer la labor de un hombre polifacético, que tuvo incursiones tanto en la política como en la colaboración con distintos medios de comunicación. Se le ha tachado de encabezar una "historia de centro" (concepto que alguno de nuestros profesores rechaza), que aludiría en realidad a la que se hacía en la revista "Historia 16" y similares; y que tuvo una evolución ideológica curiosa, colaborando con la Cadena SER y con el diario "El País". No obstante, como ocurrió con el fallecimiento de don Antonio Domínguez Ortiz, insigne historiador de la Edad Moderna, que pese a ser un "crack" en sus investigaciones, carecía de pedagogía, ello no quita mérito a la labor que desempeñaron ambos, tanto Tusell como Domínguez Ortiz. Y, espero, que conforme vaya ampliando mi formación personal, pueda tropezarme con su obra y sumergirme en ella, tal y como me ocurrió con la de don Antonio, y disfrutar de la misma.
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