miércoles, octubre 25, 2006

Mi utopía política


Este post, escrito en este momento de inspiración vespertina que estoy experimentando, se me ocurrió al hilo de una tarea que nos mandó el año pasado mi profesor de Formación e Historia del Estado absolutista en la Facultad. Nos pedía que redactásemos en pocas líneas cuál sería nuestra utopía personal. Como quería combinar tanto realidad posible como ilusiones que rondaban por mi cabeza, hablé de un sistema político en donde el bipartidismo no existiría o, por lo menos, quedaría atenuado. Si me permitís, voy a tratar de reelaborar lo que hice en su día y lo voy a ampliar con otras reflexiones que me han aportado amigos míos en tertulias y discusiones.

No me gusta el bipartidismo, en base a que considero que, si bien demuestra el consenso aparentemente mayoritario de una sociedad en torno a dos "ideologías moderadas" (si se prefiere para el caso de nuestro país, un centroderechista Partido Popular y un liberal o centroizquierdista Partido Socialista Obrero Español), ello demuestra la bipolaridad de una sociedad y puede comportar una serie de problemas, a saber: como, a rasgos generales, defienden prácticamente lo mismo y sólo les separan pequeños matices, deben acentuar su enfrentamiento político coyuntural para que el electorado se vuelque con ellos y les vote. A esto se añadiría que, como fuerzas hegemónicas, aspiran a disputarse el centro (o lo que sería lo mismo en parte, la gran masa indecisa de votantes que puede decantar la victoria hacia una opción u otra, pues, no nos engañemos, que en este país las elecciones las gana un partido por desgaste del otro). Por ello, el Partido Popular ha fagocitado a posibles alternativas cercanas a su espectro político, como el Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez y el Partido Demócrata Popular de Óscar Alzaga; y el PSOE ha hecho otro tanto en estos años de democracia con el Partido Socialista Popular de Tierno Galván, donde militaba por cierto José Bono; el Partido Democrático de la Nueva Izquierda (en el que militaba Diego López Garrido, hoy del PSOE) y le ha arrebatado apoyos, con la tan manida excusa del "voto útil" a Izquierda Unida y al Partido Andalucista (apropiándose de su mensaje identitario desde los tiempos del primer presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo), si bien también ayudado por las circunstancias tan especiales que han afectado y afectan a estas dos formaciones políticas. Otra problemática que subyace de este enfrentamiento es que se simplifican los discursos (se hace política no exclusivamente para servir al ciudadano/a, aunque suene muy idealista, con propuestas y debate con buenos argumentos, buena educación y lealtad institucional; sino también cayendo en el descalificativo "facilón": contra los "rojos", contra los "fachas").

Debido a lo anteriormente expresado, propugno un sistema político multipartidista, en el que se halle una fórmula que impida la inestabilidad que se le podría achacar y permita un procedimiento de voto a listas abiertas y que el candidato/a elegido/a no dependa en exclusiva del criterio de su partido a la hora de su actuación, sino de la voluntad de sus votantes (como sucede en teoría en los Estados Unidos, donde el congresista y el senador se va a su distrito cada cierto tiempo para escuchar a sus conciudadanos; que haya libertad de voto en el Congreso, etc). En mi humilde opinión, esto podría evitar el peligro que, en ocasiones, suponen las mayorías absolutas para ciertos políticos que se le "suben a la cabeza" y favorecería el debate. Estos últimos meses he estado pensando cómo hubiese cambiado el clima de confrontación política si en las pasadas elecciones del 14 de marzo de 2004 no hubiera salido ni el PSOE, ni el PP. ¿Y si hubiera ganado una tercera opción electoral, una tipo CDS o UCD? ¿El PP habría sufrido una contestación y tendría su particular "cura de humildad", al igual que el PSOE? No soy, o procuro al menos no serlo, un nostálgico del pasado, pero me gusta por mi carrera recurrir a la Historia y a los ejemplos que esta nos ha podido ofrecer.

Dentro de los partidos se debería fomentar la democracia interna, con primarias, y se deberían establecer férreos mecanismos de lucha contra la corrupción y de limitación de mandatos (con el fin de evitar la proliferación de ciertos "políticos profesionales",que no tienen a primera vista porque ser malos, pero que se pueden malograr después de décadas de ejercicio del cargo).

El sistema político tendría que contemplar una serie de pactos entre todas o la mayor parte de los partidos y formaciones representadas en las Cortes. Un pacto social de lucha contra la especulación y el paro y a favor del empleo de calidad y de una vivienda digna, un pacto por la educación (se acabaría con el "numerito" de cambiar la ley cada vez que accediera al gobierno uno u otro, con unas materias consensuadas que permitiesen una formación integral a los jóvenes), un pacto sobre la emigración, un pacto sobre nuestra política exterior y un pacto antiterrorista.

Los políticos, sobre todo a nivel local, deberán caracterizarse por su austeridad y dar ejemplo de cara a sus conciudadanos (invitarles a ir andando y no coger el coche cuando el trayecto es corto, aunque llueva, a fin de evitar retenciones y enfados; promover el reciclaje de residuos). La televisión censuraría los "programas basura" (tipo Salsa Rosa, Aquí hay tomate, etc) y daría preferencia en horarios de máxima audiencia a espacios para el diálogo, la cultura, el cine (no sólo estadounidense, sino también de producción nacional, regional y europea).

Los jóvenes nos divertiríamos sin necesidad de consumir siempre alcohol (o bien sabiendo beber) y sin molestar a nadie y expresando un comportamiento cívico (recoger el posible botellón, cumpliendo con nuestros deberes y obligaciones y defendiendo nuestros derechos).

Este es, por el momento, mi utopía personal, a día 25 de octubre de 2006, cuando son las 1:24 de la madrugada. Lo dejo aquí, pues ya me he desahogado con mis penas sobre las circunstancias de mi entorno ("Yo soy yo y mis circunstancias y si no se salvan ellas, no me salvo yo", decía Ortega y Gasset). En otro tiempo, habría buscado una vía de escape a través de los playmobil. Buenas noches y hasta otra mejor ocasión.

P.D.: Deseo agradecer a Guille, Candela, Gara, José Antonio, Ricardo, Fran, Pedro, Manolo, Álvaro, Rafa, Luis, Juan y a todos los que me habéis inspirado con vuestras opiniones y comentarios a la hora de elaborar este post.

4 comentarios:

Alatriste dijo...

Saludos desde Murcia- Seminario mayor San Fulgencio. Me alegro que reabras el blog con post tan interesantes. En mi opinión en España faltan muchs cosas y sobran otras tantas, pero como bien dice la palabra utopía,1. f. Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación.

Un saludo, seguiré comentando

Pereira dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Pereira dijo...

Muchas gracias por tu amable comentario, querido compañero pródigo. También procuraremos leerte y comentar lo que pongas. Un abrazo.

Pereira dijo...

Bueno, retiro lo de pródigo. Quería aludir a tu repentina reaparición después de tanto tiempo, pero me he errado con el término. Un abrazo.