El jueves asistí junto con un amigo mío a la presentación del libro "Salvador Vila. El rector fusilado en Víznar", de la profesora del Departamento de Estudios Semíticos, Mercedes del Amo, editado por la Universidad de Granada. Presidieron el actor el rector, la autora del libro, el director de la Editorial de la UGR, don Rafael Peinado Santaella; y un hijo del biografiado, Ángel Vila. La presentación contó con una variada asistencia, desde la decana de la Facultad de Filosofía y Letras hasta profesores del Departamento de Estudios Semíticos y algún que otro de Historia Moderna, de Historia contemporánea y de Geografía Humana, pasando por hijos de represaliados en la Guerra Civil y la concejala de IU en el Ayuntamiento de Granada, Lola Ruiz-Domenec. El lugar donde se celebró (el Salón Rojo o de los rectores, en el Hospital Real) era realmente privilegiado, rodeándonos los retratos, si bien unos más conseguidos que otros, de los rectores que presidieron la institución granadina desde mediados del siglo XIX.
Una de las cuestiones que más me llamaron la atención fue la opinión que expresó el director de la Editorial de la Universidad en su intervención. Decía que había que tratar de recuperar la memoria histórica desde los "sueños de la concordia" y que no se trataba de revanchismo, sino de poner las cosas en su sitio, refiriéndose a la represión de los sublevados y luego del franquismo. Creo que, en parte, estaba en lo cierto. Porque la mejor forma de reivindicar un pasado, o mejor dicho, un episodio de nuestra historia contemporánea que, si bien no nos gusta y nos resulta oscuro, es darlo a conocer, pero tanto desde los dos bandos, con estudios y monografías serias, bien documentadas.
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4 comentarios:
Lo primero, no negar que algunos intentos de recuperación de la memoria histórica puedan caer, o por lo menos aparentar de cara a cierto sector de la población española que no comulga con sus ideas, una suerte de revanchismo en lo que se refiere a la petición de retirada de topónimos franquistas y estatuas del pasado régimen. Pero ello no es óbice para justificar su mantenimiento recurriendo al caso alemán, muy diferente al nuestro, donde se ha dejado estos campos de concentración precisamente para que quede el recuerdo en la memoria de todos de ese horror (pese a que hubo intentos por parte de los nazis por dinamitar alguno que otro en su retirada) y, posiblemente, si ha pervivido los topónimos y símbolos de la etapa comunista sean en los länders de la antigua R.D.A.
Lo segundo, decir que quizá no estoy del todo de acuerdo con retirar las estatuas y placas sin depositarlas en un museo.
Por lo que se refiere a poner a "asesinos rojos" como personas honradísimas, he de matizarte que precisamente se homenajea o se intenta recuperar la memoria histórica de aquellos que fueron ejecutados de forma ilegal o extrajudicialmente, sin un proceso justo (teniendo en cuenta que según tu planteamiento, una parte de los altos cargos y dirigentes del bando republicano que precisamente se hubieran significado por tener "delitos de sangre", que hubiesen sido represaliados, habían partido hacia el exilio). Te pongo el caso del alcalde socialista de la localidad de Almendralejo, el cual se jugó la vida por defender la integridad física de la comunidad de monjas de la ciudad frente a las turbas y, pese a no haber cometido "desmanes", se le dio el "paseo".
Por último, me consta el dolor que puede producir perder a una familia en una guerra fraticida sólo por envidias, rencillas u odios acumulados, pero quizá lo último que citas se refiere al apoyo y la bendición que la Iglesia católica (a excepción del clero vasco, del cardenal Vidal i Barraquer y de dos canónigos, Revilla y Bombín) dio a la sublevación, lo que, por otro lado, propiciaron las peculiares circunstancias históricas, con la persecución de religiosos y religiosas en la zona republicana. No justifico para nada dicha persecución, pero comprendo que un sector de la sociedad española acuse a los "vencedores" de sanguinarios, por la represión y las venganzas que emprendieron toda vez que "liberaban" o entraban en las poblaciones.
Lo que está claro es que la Historia la escriben los vencedores. Franco escribió su historia y ahora se escribe al revés de como la escribió Franco.
Estoy de acuerdo en que se puede recuperar la memoria de los asesinados *por ambos bandos*. Ahora bien, si se quiere recuperar la memoria, si realmente se quiere mantener la memoria de las cosas que han ocurrido, no estoy de acuerdo con que se quiten estatuas porque el régimen político actual no coincide en ideología con el anterior.
¿Te imaginas qué hubiera pasado si los visigodos hubiesen echado abajo *todos* los monumentos romanos? ¿O si Napoleón se hubiese cargado *todas* las estatuas del Antiguo Régimen (es decir, todas las anteriores a él)?
Suele decirse que la historia la escriben los vencedores pero en este caso, no obstante, suscribo la opinión de mi profesor de Historia contemporánea y cine que afirma que todavía está por escribir la historia de los vencedores (no se han realizado los suficientes estudios sobre la Falange, el sindicato vertical, las elites del régimen, sus apoyos financieros, las universidades laborales, la plasmación del proyecto político falangista dentro del régimen, etc., pese a que empieza a aparecer alguna bibliografía) y de los vencidos (afortunadamente, también comienzan a publicarse libros sobre los campos de concentración franquistas, las fosas comunes, etc.). Quizá el problema reside en lo que representan sentimentalmente para una parte de los familiares de las víctimas de la represión franquista las placas con toponimia y estatuas del anterior régimen (sigo pensando que si se tienen que retirar, deberían ir a parar a un museo), si bien es cierto que representan una parte de la historia de nuestro país.
Hola, Javier, no sé muy bien quién eres, pero gracias por invitarme a tu blog. No tengo tanta información sobre la Guerra Civil como vosotros, pero sí creo que esta herida debería cerrarse ya, lo cual no quiere decir que se deje de investigar sobre ambos bandos y sobre datos puntuales como, por ejemplo, el asesinato de García Lorca, que es uno de los que más atañe a nuestra ciudad. Sin embargo, la posición del gobierno con respecto a homenajear a personajes del bando republicano no me parece bien. Por ejemplo, la aparición de Santiago Carrillo en "Las Cerezas" me pareció abominable, y más el hecho de tratarlo como a un señor. Aunque no esté demostrada totalmente su participación en lo de Paracuellos, por todos es sabido aquello de que "cuando el río suena, agua lleva", y hasta que no salga a la luz que él realmente no ha tenido nada que ver no se le debería dar este trato. Pero bueno es simplemente mi opinión. Si criticamos a Franco llamándolo asesino por firmar sentencias de muerte, etc., no veo por qué se tiene que hacer ningún homenaje a esta persona. No quiero defender a Franco, porque para mí por lo que me ha hablado mi familia de él y lo que he estudiado no me merece ningún respeto (lo mismo que cualquier dirigente republicano), y no creo que se mereciera ninguna estatua, pero ya que está creo que es una tontería quitarla y, si lo hacen, estoy de acuerdo con vosotros en que debería llevarse a un museo. Igualmente quería comentar la denuncia del subdelegado de gobierno contra la Falange por considerar que exhibir su bandera sólo ayuda a abrir viejas heridas, y justo ese fin de semana Zapatero estuvo en un homenaje a los exiliados republicanos, en el que el presidente estuvo rodeado todo el tiempo por banderas republicanas. ¿Se deciden ambos bandos a cerrar dicha herida o acaso quieren otra guerra civil?
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