VIVE LA VIDA, NO PERMITAS QUE SE TE ESCAPE
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros. Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...
Walt Whitman
sábado, noviembre 20, 2010
jueves, noviembre 18, 2010
lunes, noviembre 15, 2010
Tras las huellas del capitán Salgueiro Maia
20 de agosto de 2010. Castelo de Vide
Rodeado por la Sierra de São Mamede y conectado con una carretera flanqueada de alamedas, distante unos 16 kilómetros de la raya hispano-portuguesa, se encuentra este pueblo portugués del Alentejo. Además de su castillo, su judería y sus fuentes, visitarlo tiene un simbólico aliciente: allí nació en 1944 el capitán Fernando José Salgueiro Maia.
Para muchos españoles, este nombre quizá no les dirá nada. Aunque este desconocimiento haya cambiado mucho gracias al periodista Diego Carcedo, con su libro Fusiles y claveles; y la cineasta Maria de Medeiros, con su película Capitanes de abril (en la que Stefano Accorsi interpreta al propio capitán). Sin embargo, para los portugueses, remite a un episodio crucial de su historia reciente: el 25 de abril de 1974. Ese día, la emisión radiofónica de E depois do adeus y Grândola, vila morena (canciones que se utilizaron como señal) dio paso a un golpe militar, protagonizado por el llamado Movimento das Forças Armadas. Su victoria provocó el fin de una dictadura de 48 años e inició el proceso de Transición a la Democracia.
Salgueiro Maia, capitán de la Escola Práctica de Cavalaria de Santarém, fue el encargado de desarrollar las operaciones militares para tomar los edificios gubernamentales en Lisboa. Sus unidades llegaron al Terreiro do Paço (actual Praça do Comércio), donde se encuentran los ministerios. Cerca, tuvieron un encuentro con fuerzas leales a la dictadura, en la que Salgueiro Maia se jugó el tipo para conseguir que se unieran a la causa.
Después de asegurar el control de los ministerios y con centenares de personas que abarrotaban las calles, aclamando a los soldados, se dirigieron al Largo do Carmo. En esa plazoleta del Chiado, se habían refugiado en el cuartel de la Guardia Nacional Republicana el presidente de la República, almirante Américo Thomaz; el presidente del Consejo, Marcelo Caetano; y varios ministros. Tras un tiroteo y arduas negociaciones, Caetano se rindió y Salgueiro Maia le dio escolta hasta el aeropuerto. Ese día pasaría a la historia como la “Revolución de los Claveles”. Bien por iniciativa de las floristas de Lisboa, bien por la de una camarera de un restaurante que los había comprado, se distribuyeron claveles entre los soldados, que optaron por colocarlos en sus solapas, orejas y las bocas de sus fusiles.
Tras el 25 de abril, Salgueiro Maia nunca se alió al poder político y optó por ocupar responsabilidades estrictamente militares. En 1989 se le detectó un cáncer y, pese a que se sometió a una operación, falleció en abril de 1992. Fue sepultado en su pueblo natal, ante la presencia de los cuatro primeros presidentes de la República tras el 25 de abril: Spínola, Costa Gomes, Ramalho Eanes y Mário Soares.
Dieciocho años después de su muerte, en aquel día de agosto me había prometido a mí mismo no marcharme de Portugal sin ver la tumba del capitán. Gracias a un plano del pueblo, quedaba claro que el cementerio se encontraba debajo de unas pistas de atletismo, situadas al lado de la N246-1 (la carretera de acceso a Portugal desde Valencia de Alcántara).
Efectivamente, no tenía pérdida. Entre unas pistas de atletismo y una planta embotelladora, rodeado de jardines y precedido por el edificio de una iglesia, se encontraba a pocos metros la cancela del cementerio. La emoción me embargaba cuando me introduje en la primera calle.
Una primera ojeada me hizo detenerme en los mausoleos y las tumbas más llamativas, a la par que leía los nombres. Poco a poco, iba acelerando el paso mientras empezaba a preocuparme la posibilidad de no encontrarla. Había tomado la primera calle del cementerio, a la izquierda, y no estaba obteniendo el resultado apetecido. Bajé por otra calle (sería la de la derecha, entrando por la puerta principal) y divisé a unos hombres. Estaba tentado de preguntarles cuando, de improviso, una lápida me sacó de mi desazón. Allí estaba, entre una inscripción dedicada a los caídos y varias tumbas de ex veteranos de guerras coloniales y de operaciones militares en el extranjero.
Ante mis ojos tenía el último reposo del héroe de aquel día, al que había contemplado en fotos y reportajes.
Sé que esta sensación no sería compartida con mucha gente, pero fue un momento mágico: experimentar el vínculo entre el pasado y el presente, entre una realidad que no has vivido directamente y tu cotidianeidad. El silencio del lugar, tan sólo roto por el murmullo de alguna conversación lejana y por los sonidos propios de la naturaleza, así como el paisaje invitaban a reflexionar. Como aprendiz de historiador, era consciente de la necesidad de no idealizar ese pasado reciente (el proceso revolucionario y de transición a la democracia en Portugal resultó complejo). Pero no por ello podía dejar de mostrar simpatías hacia esa persona, que consideró aquella madrugada de abril que tenía que hacer lo que tenía que hacer. Que decidió cumplir con un compromiso moral y se embarcó en aquella, a priori, incierta aventura.
Para más información:
- DUARTE, António de Sousa: Salgueiro Maia. Um homem da liberdade, Lisboa: Âncora Editora, 1999.
- SÁNCHEZ CERVELLÓ, Josep: La Revolución de los Claveles en Portugal, Madrid: Arco Libros, 1997.
- TORRE GÓMEZ, Hipólito de la; SÁNCHEZ CERVELLÓ, Josep: Portugal: la revolución de la democracia, Madrid: UNED, 2001 (VHS).
Rodeado por la Sierra de São Mamede y conectado con una carretera flanqueada de alamedas, distante unos 16 kilómetros de la raya hispano-portuguesa, se encuentra este pueblo portugués del Alentejo. Además de su castillo, su judería y sus fuentes, visitarlo tiene un simbólico aliciente: allí nació en 1944 el capitán Fernando José Salgueiro Maia.
Para muchos españoles, este nombre quizá no les dirá nada. Aunque este desconocimiento haya cambiado mucho gracias al periodista Diego Carcedo, con su libro Fusiles y claveles; y la cineasta Maria de Medeiros, con su película Capitanes de abril (en la que Stefano Accorsi interpreta al propio capitán). Sin embargo, para los portugueses, remite a un episodio crucial de su historia reciente: el 25 de abril de 1974. Ese día, la emisión radiofónica de E depois do adeus y Grândola, vila morena (canciones que se utilizaron como señal) dio paso a un golpe militar, protagonizado por el llamado Movimento das Forças Armadas. Su victoria provocó el fin de una dictadura de 48 años e inició el proceso de Transición a la Democracia.
Salgueiro Maia, capitán de la Escola Práctica de Cavalaria de Santarém, fue el encargado de desarrollar las operaciones militares para tomar los edificios gubernamentales en Lisboa. Sus unidades llegaron al Terreiro do Paço (actual Praça do Comércio), donde se encuentran los ministerios. Cerca, tuvieron un encuentro con fuerzas leales a la dictadura, en la que Salgueiro Maia se jugó el tipo para conseguir que se unieran a la causa.
Después de asegurar el control de los ministerios y con centenares de personas que abarrotaban las calles, aclamando a los soldados, se dirigieron al Largo do Carmo. En esa plazoleta del Chiado, se habían refugiado en el cuartel de la Guardia Nacional Republicana el presidente de la República, almirante Américo Thomaz; el presidente del Consejo, Marcelo Caetano; y varios ministros. Tras un tiroteo y arduas negociaciones, Caetano se rindió y Salgueiro Maia le dio escolta hasta el aeropuerto. Ese día pasaría a la historia como la “Revolución de los Claveles”. Bien por iniciativa de las floristas de Lisboa, bien por la de una camarera de un restaurante que los había comprado, se distribuyeron claveles entre los soldados, que optaron por colocarlos en sus solapas, orejas y las bocas de sus fusiles.
Tras el 25 de abril, Salgueiro Maia nunca se alió al poder político y optó por ocupar responsabilidades estrictamente militares. En 1989 se le detectó un cáncer y, pese a que se sometió a una operación, falleció en abril de 1992. Fue sepultado en su pueblo natal, ante la presencia de los cuatro primeros presidentes de la República tras el 25 de abril: Spínola, Costa Gomes, Ramalho Eanes y Mário Soares.
Dieciocho años después de su muerte, en aquel día de agosto me había prometido a mí mismo no marcharme de Portugal sin ver la tumba del capitán. Gracias a un plano del pueblo, quedaba claro que el cementerio se encontraba debajo de unas pistas de atletismo, situadas al lado de la N246-1 (la carretera de acceso a Portugal desde Valencia de Alcántara).
Efectivamente, no tenía pérdida. Entre unas pistas de atletismo y una planta embotelladora, rodeado de jardines y precedido por el edificio de una iglesia, se encontraba a pocos metros la cancela del cementerio. La emoción me embargaba cuando me introduje en la primera calle.
Una primera ojeada me hizo detenerme en los mausoleos y las tumbas más llamativas, a la par que leía los nombres. Poco a poco, iba acelerando el paso mientras empezaba a preocuparme la posibilidad de no encontrarla. Había tomado la primera calle del cementerio, a la izquierda, y no estaba obteniendo el resultado apetecido. Bajé por otra calle (sería la de la derecha, entrando por la puerta principal) y divisé a unos hombres. Estaba tentado de preguntarles cuando, de improviso, una lápida me sacó de mi desazón. Allí estaba, entre una inscripción dedicada a los caídos y varias tumbas de ex veteranos de guerras coloniales y de operaciones militares en el extranjero.
Ante mis ojos tenía el último reposo del héroe de aquel día, al que había contemplado en fotos y reportajes.
Sé que esta sensación no sería compartida con mucha gente, pero fue un momento mágico: experimentar el vínculo entre el pasado y el presente, entre una realidad que no has vivido directamente y tu cotidianeidad. El silencio del lugar, tan sólo roto por el murmullo de alguna conversación lejana y por los sonidos propios de la naturaleza, así como el paisaje invitaban a reflexionar. Como aprendiz de historiador, era consciente de la necesidad de no idealizar ese pasado reciente (el proceso revolucionario y de transición a la democracia en Portugal resultó complejo). Pero no por ello podía dejar de mostrar simpatías hacia esa persona, que consideró aquella madrugada de abril que tenía que hacer lo que tenía que hacer. Que decidió cumplir con un compromiso moral y se embarcó en aquella, a priori, incierta aventura.
Para más información:
- DUARTE, António de Sousa: Salgueiro Maia. Um homem da liberdade, Lisboa: Âncora Editora, 1999.
- SÁNCHEZ CERVELLÓ, Josep: La Revolución de los Claveles en Portugal, Madrid: Arco Libros, 1997.
- TORRE GÓMEZ, Hipólito de la; SÁNCHEZ CERVELLÓ, Josep: Portugal: la revolución de la democracia, Madrid: UNED, 2001 (VHS).
domingo, octubre 24, 2010
Per construir un bell somni (para construir un bello sueño)
Per construir un bell somni
el primer que cal és estar despert,
mà ferma per dur les brides
i fer-se un projecte a mida
comptant que tot s'encongeix.
Materials de primera.
Amples i profunds els seus fonaments,
a prova de malentesos,
compromisos, interessos
i accidents.
Orientat al sud i protegit dels vents.
Res no cura les ferides com un bell somni.
Qui és que no arrisca la vida per un bell somni?
Què seria de nosaltres sense un bell somni?
Què en faríem, del dia i de la nit?
Per construir un bell somni
cal posar-s'hi a plena dedicació
i estar pendent, a tota hora,
de si riu, si dorm, si plora
com si es tractés d'un nadó.
I pel bé de l'empresa
és indispensable estar assabentat
que a la fi de la proesa
serà una sorpresa
el seu resultat.
Hi ha un bon tros entre els somnis i la realitat.
Res no cura les ferides com un bell somni.
Qui és que no arrisca la vida per un bell somni?
Què seria de nosaltres sense un bell somni?
Què en faríem, del dia i de la nit?
Per construir un bell somni
cal a més a més ser prou eixerit
-quan es gira la fortuna-
per sortir d'entre les runes
i fer-ne un altre, tot seguit.
Para construir un bello sueño
lo primero que hace falta es estar despierto,
mano firme para llevar las bridas
y hacerse un proyecto a medida
contando que todo se encoge.
Materiales de primera.
Anchos y profundos sus fundamentos,
a prueba de malentendidos,
compromisos, intereses
y accidentes.
Orientado al sur y protegido de los vientos.
Nada cura las heridas como un bello sueño.
¿Quién es el que no arriesga la vida por un bello sueño?
¿Qué sería de nosotros sin un bello sueño?
¿Qué haríamos, del día y de la noche?
Para construir un bello sueño
hay que ponerse a plena dedicación
y estar pendiente, a todas horas,
de si ríe, si duerme, si llora
como si se tratara de un bebé.
Y por el bien de la empresa
es indispensable estar enterado
que a finales de la proeza
será una sorpresa
su resultado.
Hay un buen trozo entre los sueños y la realidad.
Nada cura las heridas como un bello sueño.
¿Quién es el que no arriesga la vida por un bello sueño?
¿Qué sería de nosotros sin un bello sueño?
¿Qué haríamos, del día y de la noche?
Para construir un bello sueño
hace falta además ser suficiente vivaracho
-cuando se gira la fortuna-
para salir de entre los escombros
y hacer otro, a continuación.
Joan Manuel Serrat
el primer que cal és estar despert,
mà ferma per dur les brides
i fer-se un projecte a mida
comptant que tot s'encongeix.
Materials de primera.
Amples i profunds els seus fonaments,
a prova de malentesos,
compromisos, interessos
i accidents.
Orientat al sud i protegit dels vents.
Res no cura les ferides com un bell somni.
Qui és que no arrisca la vida per un bell somni?
Què seria de nosaltres sense un bell somni?
Què en faríem, del dia i de la nit?
Per construir un bell somni
cal posar-s'hi a plena dedicació
i estar pendent, a tota hora,
de si riu, si dorm, si plora
com si es tractés d'un nadó.
I pel bé de l'empresa
és indispensable estar assabentat
que a la fi de la proesa
serà una sorpresa
el seu resultat.
Hi ha un bon tros entre els somnis i la realitat.
Res no cura les ferides com un bell somni.
Qui és que no arrisca la vida per un bell somni?
Què seria de nosaltres sense un bell somni?
Què en faríem, del dia i de la nit?
Per construir un bell somni
cal a més a més ser prou eixerit
-quan es gira la fortuna-
per sortir d'entre les runes
i fer-ne un altre, tot seguit.
Para construir un bello sueño
lo primero que hace falta es estar despierto,
mano firme para llevar las bridas
y hacerse un proyecto a medida
contando que todo se encoge.
Materiales de primera.
Anchos y profundos sus fundamentos,
a prueba de malentendidos,
compromisos, intereses
y accidentes.
Orientado al sur y protegido de los vientos.
Nada cura las heridas como un bello sueño.
¿Quién es el que no arriesga la vida por un bello sueño?
¿Qué sería de nosotros sin un bello sueño?
¿Qué haríamos, del día y de la noche?
Para construir un bello sueño
hay que ponerse a plena dedicación
y estar pendiente, a todas horas,
de si ríe, si duerme, si llora
como si se tratara de un bebé.
Y por el bien de la empresa
es indispensable estar enterado
que a finales de la proeza
será una sorpresa
su resultado.
Hay un buen trozo entre los sueños y la realidad.
Nada cura las heridas como un bello sueño.
¿Quién es el que no arriesga la vida por un bello sueño?
¿Qué sería de nosotros sin un bello sueño?
¿Qué haríamos, del día y de la noche?
Para construir un bello sueño
hace falta además ser suficiente vivaracho
-cuando se gira la fortuna-
para salir de entre los escombros
y hacer otro, a continuación.
Joan Manuel Serrat
viernes, octubre 22, 2010
Te quiero (Mario Benedetti)
Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.
Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.
Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Mario Benedetti
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.
Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.
Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Mario Benedetti
sábado, febrero 06, 2010
Apología de la lectura y las bibliotecas públicas
POR EL PLACER DE LA LECTURA:
La SGAE (Sociedad General de Autores) ataca de nuevo.
Escrito y firmado por José Luis Sampedro, escritor.
POR LA LECTURA
Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.
Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas.
Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus
usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.
Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo.
Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:
a) obtiene algo a cambio.
b) es objeto de una sanción.
Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?
Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.
Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.
¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!
José Luis Sampedro
Si estas de acuerdo, pásalo. Por el placer de la lectura
http://red.elaleph.com/caleidoscopio/2008/01/120-por-el-placer-de-la-lectura--j.html
La SGAE (Sociedad General de Autores) ataca de nuevo.
Escrito y firmado por José Luis Sampedro, escritor.
POR LA LECTURA
Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.
Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas.
Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus
usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.
Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo.
Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:
a) obtiene algo a cambio.
b) es objeto de una sanción.
Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?
Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.
Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.
¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!
José Luis Sampedro
Si estas de acuerdo, pásalo. Por el placer de la lectura
http://red.elaleph.com/caleidoscopio/2008/01/120-por-el-placer-de-la-lectura--j.html
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