Este mes de abril, bien sea por pereza, por falta de tiempo o por falta de inspiración apenas he escrito en el blog. Debo confesar que hubo días que estuve a punto de hacerlo, cuando ciertas ideas asaltaban mi cabeza, pero luego éstas terminaban quedándose en el tintero.
Lo primero que me gustaría destacar en estas tres semanas transcurridas es la satisfacción por el balance positivo de la feria del libro de este año en el Loyola. A título individual, desearía reconocer la labor de Juanpe, Rafa Martínez de la Ossa, Luis Rovirosa, José Tomás Berbel, Miguel Avilés y, muy especialmente, la de mi querido compañero Bernabé. Una serie de factores (buena acogida por parte de ciertos colegiales y colegialas, momento propicio, promoción, facilidades por parte de las entidades participantes, etc.), unida a la buena gestión que ha desarrollado este equipo de feria del libro han permitido obrar el milagro. Gracias a todos. Me habéis demostrado que vale la pena seguir en la brecha.
En otro orden de cosas, la falta de tiempo o la dinámica que llevo como estudiante me ha impedido, quizá por una desidia inadvertida, detenerme un poco para hablar con compañeros, compañeras, amigos y amigas o participar más en las salidas de senderismo, una actividad que ha sido mi asignatura pendiente, junto con echarle una mano al padre Maury en el Archivo colegial. Este año reconozco que, si bien estoy procurando involucrarme más en mi facultad, en cierto modo me encuentro un poco desorientado y desconcentrado en lo que se refiere a estudio. Dos amigos míos, muy queridos, ya han emprendido un camino que posiblemente les conducirá en un futuro no muy lejano a una vinculación más estrecha con la Universidad. En mi caso, mi interés se centra en completar mi formación, procurar superar mis defectos (timidez, expresar mis ideas sin temor al ridículo o a quedarme en blanco, etc.), llevar una línea coherente, ayudar en lo que pueda, aprovechar las oportunidades que me brinda la vida estudiantil y poder ejercer como profesor universitario. Pero siento que todavía me queda discurrir por un sendero muy largo y que he de hacer méritos para ver superado este reto.
Cambiando de tema, por lo que se refiere a las elecciones vascas, me han parecido unos comicios interesantes por la falta de crispación respecto a las anteriores de 2001 (si exceptuamos las pancartas que ciertos abertzales le sacaron a Javier Madrazo, de EB-IU; y a María San Gil, del PP en el colegio electoral). Se ha abierto un momento clave, en el cual el actual tripartito vasco no goza de la mayoría absoluta. Quizá sería interesante que hubiera un cambio, bien mediante un pacto del PNV-EA con el PSE o bien del PSE-PP.
Por lo que se refiere a la elección del cardenal Ratzinger como nuevo papa, bajo el nombre de Benedicto XVI, he venido sosteniendo en los últimos días que en cierto modo ha resultado una "involución" y que no es el Pontífice que la Iglesia Católica necesita (suponía poner como sucesor de San Pedro a una persona que se había distinguido por perseguir a teólogos y religiosos de cierta tendencia progresista, como los de la Teología de la Liberación). No obstante, mi amigo Tomás, en una conversación que tuvimos en la excursión a Cartagena del pasado sábado, aportó una serie de argumentos que me hicieron reflexionar y cambiar esa impresión. ¿Acaso Ratzinger, con el discurso tan peculiar que pronunció en la misa del lunes 18 de abril, pretendía no ser elegido? ¿El cargo moderará a éste? Desde luego, me consta que está bien preparado y que conoce los entresijos de la Santa Sede. Como dice el teólogo Hans Küng, le concederemos carta blanca.
jueves, abril 28, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Leer el mundo blog, bastante bueno
Publicar un comentario