En los últimos meses se ha difundido la noticia del recorte que el Ministerio de Ciencia e Innovación va a aplicar sobre los fondos dedicados a Ciencias. Esto, junto con el anuncio de reducción presupuestaria en otros ministerios clave, relacionados con la investigación y/o el aprendizaje de habilidades instrumentales (idiomas, etc) perjudicará a los jóvenes investigadores en cuanto a su formación y su estabilidad. A pesar que el contexto económico general no se presenta demasiado positivo, no deja de resultar paradójico estas medidas en una administración que sostiene la necesidad de buscar una alternativa al sistema productivo basado exclusivamente en la construcción.
Por ello, aunque entiendo estas medidas, no las comparto. La Ciencia (entendida en sentido amplio, como las distintas disciplinas científicas comprendidas en el ámbito de las Ingenierías, las Humanidades, las Ciencias Sociales, las Ciencias Experimentales...) tiene repercusiones en la vida cotidiana y en la mejora de las condiciones de desarrollo de un país. Recortando presupuesto, corremos el riesgo de engrosar el ya de por sí elevado número de investigadores/as españoles/as que deben coger el camino del exilio profesional y académico para desarrollar su trabajo con una mínima estabilidad, reconocimiento público y medios materiales. Lo ideal sería que estos investigadores/as saliesen al extranjero sólo voluntariamente (con su consiguiente enriquecimiento personal y laboral), y no forzados además por situaciones de extrema precariedad. Que se les permitiese la posibilidad de contribuir al fortalecimiento de nuestro sistema económico, de bienestar y la solución a los retos que la sociedad se plantea. Ahora, más que nunca, necesitamos de su talento. No podemos permitir que éste se desperdicie.
